Durante las últimas dos décadas, la minería se ha convertido en una amenaza creciente para los pueblos y el medio ambiente de la mayoría de países.

Perú es el principal país productor de oro en América latina y el séptimo del mundo, se estima que de su producción anual hasta el 10% se deriva de la minería ilegal. Tal situación ha generado un impacto negativo sobre el medio ambiente y la salud pública. La intervención del estado ha sido insuficiente para combatir dicha problemática a la que se le añade la contaminación con mercurio de quienes se alimentan de peces de ríos contaminados. El gobierno ha efectuado varias interdicciones en el rio Santiago durante los últimos 2 años.

Se ha establecido que esta actividad es realizada por los mismos pobladores de la zona. Hasta el momento se han detectado aproximadamente 200 personas que practican la minería ilegal, y que lo hacen cuando baja el nivel del río. Por tal razón el gobierno peruano declaró estado de emergencia en una extensa zona selvática del sureste fronteriza con Brasil y Bolivia.

El encargado de la oficina del alto comisionado para la lucha contra la minería ilegal, señalo que luego de una investigación de 2013 del Carnegie Institución for Science de la Universidad de Stanford de California se halló que la actividad de los mineros, que usan mercurio para obtener el oro, contaminó los ríos de esa zona y de toda la región de Madre de Dios. Documentos del Gobierno peruano calculaban ya en 2010 que unos 12.000 mineros, la tercera parte ilegales y muchos de ellos violentos, buscaban oro en sus entrañas con la ayuda de bulldozers. Madre de Dios es uno de los epicentros de la nueva fiebre del oro mundial que se ha convertido en una “amenaza para los bosques tropicales”, según Álvarez, investigadora en ciencias ambientales de la Universidad de Puerto Rico.

El viceministro de Salud, Percy Minaya, informó a la prensa que hasta 50 mil personas podrían estar expuestas a altos niveles de exposición de mercurio, en especial “en las zonas del alto y bajo Madre de Dios” y en una reserva indígena llamada Amarakaeri donde la población de la etnia Harakmbut tendría “hasta 6 veces el nivel permitido”.